Una chica llamada Lara Jean, es feliz con su relación con Peter, su novio. Ella nunca imaginó enamorarse de él otra vez y, mucho menos, tan enserio. Al principio todo era una fantasía, pero llegó el momento en el que, otro de los destinatarios de sus viejas cartas, John, se cruza en su vida al convertirse ambos en voluntarios de una residencia de ancianos. Empieza un dilema para ella porque no es capaz de olvidar la ex-relación de Peter con Gen, y John parece estar interesado en ella al recordar antiguos momentos juntos. Debido a todas las dudas decide darse un tiempo con Peter en el que, en una fiesta de la residencia, besa a John, pero eso solo le hace darse cuenta de que la persona a la que verdaderamente ama es Peter. Peter aparece justo en la puerta de la residencia donde arregla todo con Lara Jean, y vuelven a ser felices y darse cuenta de que las relaciones también tienen momentos malos.
Desde mi punto de vista lo mejor de este libro es su trama, cómo nos puede poner tan tensos al saber que la relación de Peter y Lara Jean se tambaleaba. Quizá solo me pase a mi, pero creo que lo que de verdad esperábamos de esta segunda parte de la trilogía es que todo siguiese perfecto entre ellos dos, y me ha encantado que, a pesar de los problemas, la escritora haya decidido que esta pareja continuase.
Este libro me ha enseñado que no todo tiene que ser perfecto para que sea real. El amor de estos dos personajes era tan real que por miedo a perderse el uno al otro no querían ser sinceros con las cosas a las que le temían sobre la relación, no querían hacerse daño. Obviamente para poder leer este libro necesitas haber leído el anterior que tampoco tiene desperdicio y, después de este, leer la tercera y última parte de esta historia. En Netflix se encuentran las dos primeras partes a modo de película, pero se pierden detalles y, creo que es mejor leerlas.
